El egiptólogo y escritor francés Christian Jacq publicó en español en Círculo de Lectores un libro titulado Las egipcias. El objetivo de dicho libro, contado con el estilo de un novelista de éxito (sus novelas policiacas en el Egipto antiguo han sido muy vendidas), era mostrar la imagen de una civilización que trató a la mujer con más respeto de lo que la trataría cualquier otra civilización contemporánea, alguna con mucho más prestigio (caso de la civilización griega). Aunque desde mi punto de vista es excesivo el papel que atribuye a la mujer egipcia eso no quita que este libro se convierta en una lectura entretenida e interesante. El texto que os presento está dedicado a la reina Hetep-Heres o Hetepheres (alrededor 2600 a.C.) y su tumba.
<<Se descubrió la identidad de la legítima ocupante del lugar: Hetep-Heres, cuyo nombre probablemente significa "faraón en plenitud gracias a ella".>>
>>Una gran personalidad, pues era la esposa del faraón Snefru y la madre del constructor de la gran pirámide [Keops o Jufu]. Su equipo para el más allá es algo digno de destacar: vajilla de oro, un dosel de madera y sillones chapados en oro [fotografía abajo], una cama con su cabecera [fotografía abajo], collares, cofres, vasos de cobre y de piedra, brazaletes incrustados en cornalina, lapislázuli y turquesa, un cofre de madera dorado y en su interior dos cartuchos destinados a guardar en orden las joyas. Había obras maestras, como platos y copas de oro y un aguamanil de cobre, que demostraban el talento de los artesanos del Imperio antiguo. La pieza más extraordinaria era, sin duda, la silla de manos [fotografía abajo] que encontraron en piezas sueltas y que fue reconstruida y trasladada para su exposición al Museo de El Cairo, junto a otros elementos de este tesoro de pasmosa perfección. La silla demuestra, por sí sola, el refinamiento de la corte de Snefru y Keops, su gusto por la sobriedad y la pureza de líneas.>>
>>Un detalle importante: esas maravillas, creadas para la eternidad y no para el mundo efímero de los humanos, estaban destinadas al paraíso del más allá donde habita el alma de Hetep-Heres. Gracias a sus aderezos, su belleza se mantendrá inalterable; gracias a la preciosa vajilla podrá celebrar un banquete perpetuo.>>
JACQ, Christian, Las egipcias. Una visión sorprendente y fascinadora de la sociedad de los faraones, Barcelona, Círculo de Lectores, 1998, pp. 36 y 37.