<<Cuando el botín guerrero ceda en importancia, los reyes necesitarán nuevas fuentes de ingresos. A los impuestos de las actividades económicas, [...] se añade ahora la petición de subsidios a las ciudades más poderosas del reino. En contrapartida, las villas obtendrán promesas de estabilidad monetaria, exenciones fiscales y el reconocimiento de franquicias y privilegios. [...] la monarquía verá en las villas y ciudades el aliado ideal para frenar el incómodo entrometimiento de los grupos nobiliarios. [...] Es así como algunos representantes de aquellas ciudades se incorporarán a la curia real para formar las primeras Cortes europeas (León, 1118). El carácter y prerrogativas de cada uno de los parlamentos oscilarán según los reinos. En Castilla poseían un mero valor consultivo, pero en Aragón las exigencias de los representantes llegarían a arrancar a los monarcas una cierta soberanía compartida.>>
GARCÍA DE CORTAZAR, Fernando y GONZÁLEZ VESGA, José Manuel, Breve historia de España. Edición actualizada, Madrid, Alianza Editorial, 2008, pag. 182.