Retrato
de Abd al-Rahman III (texto adaptado del original)
El
reinado de Abd al-Rahman duró cincuenta años con su mayor gloria y
con un poder como nunca tuvo otro rey,
conquistando ciudades por Oriente (el Este) y Occidente (el Oeste),
combatiendo y venciendo a los cristianos, arrasando sus comarcas y
destruyendo sus castillos con tal fortuna que jamás tuvo problema,
ni nunca perdió territorio alguno.
(punto y seguido)
A tal punto llegó su suerte, que Alá le concedió la conquista de ilustres (famosos e importantes) ciudades y fuertes castillos a la otra parte del Estrecho de Gibraltar, tales como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó a ellas gobernadores y soldados que las defendieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos y escuadras, que invadieron el Norte de África (Magreb), venciendo a sus reyes, quienes se encontraron obligados a ocultarse atacados por todas partes, a someterse o a huir. (punto y seguido)
A tal punto llegó su suerte, que Alá le concedió la conquista de ilustres (famosos e importantes) ciudades y fuertes castillos a la otra parte del Estrecho de Gibraltar, tales como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó a ellas gobernadores y soldados que las defendieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos y escuadras, que invadieron el Norte de África (Magreb), venciendo a sus reyes, quienes se encontraron obligados a ocultarse atacados por todas partes, a someterse o a huir. (punto y seguido)
Los
que antes eran sus enemigos y se habían esforzado en combatirle le
cogieron afecto, le aconsejaron, le favorecieron y le ayudaron en sus
guerras. Su orgullo le perdió y dio marcha atrás pudiendo, gracias
a la riqueza de su reino, conquistar el Oriente igual que había
conquistado Occidente (del Norte de África).
En lugar de eso, Alá le haya perdonado, se
dedicó a los placeres del mundo, haciéndose soberbio. Comenzó a
nombrar gobernadores no por sus méritos sino por amistad. Nombró
ministros (visires) incapaces e irritó a los nobles al dar favores a
los villanos, como Nachda el de Hira y sus
compañeros de la misma ralea. A éste le dio el mando del ejército y le
confió los asuntos más difíciles. Así fue derrotado en el año
326 de la manera más desastrosa. (punto y
seguido)
Desde
entonces no volvió a salir a campaña personalmente, sino que se
dedicó a sus placeres y a sus construcciones, llegando a extremos
que no habían llegado sus predecesores ni alcanzaron después sus
sucesores; contándose de él en este concepto muchas anécdotas que,
por sobrado conocidas, no son de referir. Reunió una servidumbre de
hombres eminentes y de ilustres literatos como no habían reunido
jamás otros reyes, siendo a la vez personas de purísima conducta y
ejemplar vida.
Texto
original tomado del Ajbar Maymua.
Ed. LAFUENTE ALCANTARA, p. 134. SANCHEZ ALBORNOZ, C.: La
España musulmana. I. Madrid, 1973, pp.
352-353.
Abd al-Rahman III se proclama califa
<<El acontecimiento
concreto más importante de la historia interna de al-Andalus durante el reinado
de Abd al-Rahman III se relaciona con
la amenaza de los fatimíes [dinastía norteafricana cuyo jefe se había proclamado califa y que aspiraba a unir Al-Andalus a su territorio]. Este acontecimiento fue
la asunción por Abd al-Rahman
III de los títulos de "califa" (jalīfa)
y de "jefe de los creyentes" (Amīr al-mu'minīn),
junto con el sobrenombre de al-Nāsir li-dīn
Allāh (defensor de la religión de Dios). Al reivindicar este título,
lo que se afirmaba no era un derecho universal a gobernar a todos los
musulmanes, sino la independencia del gobernante de Al-Andalus respecto a toda
autoridad política [y también religiosa] musulmana superior. Para apoyar esta pretensión Abd al-Rahmān III podía alegar su
carácter de descendiente de los califas de Damasco; ya desde antes los Omeyas españoles se hacían llamar "hijos de los
califas". La reivindicación no se dirigía, pues, contra los Abbasíes, sino que se proponía hacer frente a la pretensión
de los fatimíes y proporcionar a los
reyezuelos del norte de África una cierta justificación teológica de la
soberanía que debían a los Omeyas de Córdoba.>>
MONGOMERY WATT, W, Historia de la España islámica, Madrid, Alianza Editorial.