En 1998 el gran escritor castellano D. Miguel Delibes Setién publicó su novela El hereje. En ella se narran las andanzas del luterano Cipriano Salcedo, vallisoletano como su autor, a mediados del siglo XVI en la España de la Contrarreforma y la Inquisición. Quizás no tenga la fuerza de otras obras del autor pero eso no le quita el hecho de ser producto de la genialidad de uno de los mejores narradores de la literatura española del siglo XX. En su preludio Cipriano cuenta al capitán Berger las vivencias de su visita a la cuna de la Reforma Protestante, Wittenberg, capital del cristianismo de Lutero.
<<Los ojos amusgados del capitán Berger animaban a Salcedo en su relato, le estimulaban. Prosiguió:
-Wittenberg me sorprendió por su actividad editorial. Había imprentas y librerías por todas partes. Recorriendo la ciudad entendí aquello de que "Lutero era hijo de la imprenta", porque, bien mirado, su fuerza estaba en ella. Era el primer hereje que disponía de un medio de comunicación tan eficaz, tan poderoso, tan rápido. Por otra parte advertí que la mayoría de los tipógrafos eran secuaces suyos, y, como seguidores fieles, se mostraban diligentes en aquellos trabajos que interesaban al reformador y, por contra, se demoraban y llenaban de erratas aquellos otros que venían de sus adversarios. Fue allí, en Wittenberg, donde pude hojear Pasional, ese libelo antipapista llena de textos torpes e ilustraciones groseras en las que conciben la figura del Papa como un asno defecado por el diablo.
Isidoro Tellería terminaba de fumar su pipa y sacudía la cazoleta de barro en un plato, cuando el capitán Berger atajó a Salcedo:
-Esos papeluchos no son la Reforma. No debe juzgar la Reforma por ellos. En toda revolución hay excesos. Es inevitable. En la crítica revolucionaria nunca hay matices.
Se le había calentado la boca y Salcedo hablaba y hablaba sin la menor vacilación, desapasionadamente, como si juzgase algo ajeno a sus ideas, completamente obvio:
-No son la Reforma, capitán, pero operan contra ella. Ante estas cosas, el visitante extranjero en Alemania tiene la impresión de que Lutero fue demasiado lejos. Con razón consideraba la imprenta invento divino, pero sospecho que no hubiera aprobado el mal uso que una vez muerto se está haciendo de ella, siquiera sus primeros libros Cautividad de Babilonia y El Papado fundado por el demonio tampoco fueran cuentos de hadas.
-Pero piense en su Biblia. No olvide lo fundamental.>>
DELIBES, Miguel, El hereje, Barcelona, Ediciones Destino, 2010, pp. 24-25.