<<César soñaba con un poder absoluto para llevar a cabo una reforma que asombrase al mundo. Para ello había empezado su carrera política en el foro, con la pasión juvenil de conseguir reformas a lo Pericles, sin empuñar la espada. Y sostuvo su ilusión veinte años, hasta que tuvo claro que en Roma jamás sería alguien sin el poder de las legiones. Por eso, cuando el Senado le nombró procónsul de las Galias Cisalpina y Narbonense, su propósito no fue enriquecerse torpemente como tantos gobernadores anteriores. Todo su afán apuntaba a la conquista de la Galia independiente. Sólo entonces, con la gestión de sus riquezas y la devoción de sus soldados, podría regresar a Roma con peso suficiente para presidir los funerales de la República y alumbrar el Imperio.
La guerra de la Galias se saldó con unas cifras increíbles para la época. Una población de diez millones de galos hubo de soportar un millón de muertos, un millón de esclavos y ocho años salpicados de atrocidades. En la guerra civil César se superó a sí mismo. Se ha dicho que fue la auténtica primera guerra mundial, pues enfrentó a medio millón de soldados durante cinco años, por mar y tierra, en tres continentes y cien batallas.>>
AYLLÓN, José Ramón, "Introducción" en SUN TZU, El arte de la guerra, Madrid, Ediciones Martínez Roca, 1999, pp. 27 y 28.