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sábado, 29 de agosto de 2015

Tema 11(1º). Texto de la Odisea: Odiseo (Ulises) y las Sirenas

    La Odisea de Homero constituye uno de las grandes obras de la literatura occidental. Una vez superamos su reiteración poética y la sobrecarga de epítetos se convierte en una lectura atrayente y motivante. Cuesta imaginarse a un hombre de hace más de 2.800 años utilizando, junto con arcaismos no exentos de torpeza (faltan diálogos fluidos), recursos literarios que podemos considerar muy modernos (como el feedback). Es un libro fantástico de viajes, de crueldad guerrera, de reyes y nobles generosos con sus huéspedes, de dioses vengativos y caprichosos pero también con cierto sentido de la moralidad...
    En el centro de todo Odiseo, Ulises romano. Este se convierte para los griegos en el arquetipo del héroe. Fuerte y heroico al tiempo que astuto y rico en ardides. El libro nos muestra a un superviviente que no duda en matar, bajar a los infiernos (el Hades) o pedir ayuda, engañando si es preciso, para alcanzar su preciado sueño: volver a un hogar del que lleva separado veinte años. Os pongo un fragmento de uno de sus cantos, el más famoso quizás: el de las Sirenas. En él el héroe cuenta sus hazañas con estos seres mitológicos a un auditorio deseoso de escuchar sus aventuras: al rey Alcinoo y los nobles feacios que le han acogido.
    Sólo me surge una duda sobre esta y otras aventuras detalladas por Odiseo. ¿Las vivió realmente o solo las inventa para ganarse el favor de su público? En el libro se da por sentado que son realidad pero llama la atención, posteriormente, la facilidad con la que el protagonista se inventa historias semejantes para alcanzar sus fines: mintiendo a su fidelísimo porquero pero también a la mismísima diosa Atenea (la cual como diosa de la sabiduría le es propicia). Querióndolo o no el autor, el mítico Homero, deja a su lector en duda.


Odysseus Sirens BM E440 n2.jpg
«Odysseus Sirens BM E440 n2» por English: Siren Painter (eponymous vase) - Jastrow (2006). Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons.
«Entonces dije a mis compañeros con corazón acongojado:
«"Amigos, es preciso que todos -y no sólo uno o dos conozcáis las predicciones que me ha hecho Circe, la divina entre las diosas. Así que os las voy a decir para que, después de conocerlas, perezcamos o consigamos escapar evitando la muerte y el destino.
«"Antes que nada me ordenó que evitáramos a las divinas Sirenas y su florido prado. Ordenó que sólo yo escuchara su voz; mas atadme con dolorosas ligaduras para que permanezca firme allí, junto al mástil; que sujeten a éste las amarras, y si os suplico o doy órdenes de que me desatéis, apretadme todavía con más cuerdas."
«Así es como yo explicaba cada detalle a mis compañeros.
«Entretanto la bien fabricada nave llegó velozmente a la isla de las dos Sirenas -pues la impulsaba próspero viento-. Pero enseguida cesó éste y se hizo una bonanza apacible, pues un dios había calmado el oleaje.
«Levantáronse mis compañeros para plegar las velas y las pusieron sobre la cóncava nave y, sentándose al remo, blanqueaban el agua con los pulimentados remos.
«Entonces yo partí en trocitos, con el agudo bronce, un gran pan de cera y lo apreté con mis pesadas manos. Enseguida se calentó la cera -pues la oprimían mi gran fuerza y el brillo del soberano Helios Hiperiónida- y la unté por orden en los oídos de todos mis compañeros. Éstos, a su vez, me ataron igual de manos que de pies, firme junto al mástil -sujetaron a éste las amarras- y, sentándose, batían el canoso mar con los remos.
«Conque, cuando la nave estaba a una distancia en que se oye a un hombre al gritar en nuestra veloz marcha-, no se les ocultó a las Sirenas que se acercaba y entonaron su sonoro canto:
«"Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuanto sucede sobre la tierra fecunda."
«Así decían lanzando su hermosa voz. Entonces mi corazón deseó escucharlas y ordené a mis compañeros que me soltaran haciéndoles señas con mis cejas, pero ellos se echaron hacia adelante y remaban, y luego se levantaron Perimedes y Euríloco y me ataron con más cuerdas, apretándome todavía más.
«Cuando por fin las habían pasado de largo y ya no se oía más la voz de las Sirenas ni su canto, se quitaron la cera mis fieles compañeros, la que yo había untado en sus oídos, y a mí me soltaron de las amarras.
»
HOMERO, Odisea, siglos IX-VIII a.C.