- ¿Qué cuatro principios doctrinales se reafirmaron durante el Concilio de Trento? (presta atención a la salvación, la eucaristía y los sacramentos)
- ¿Qué papel mantuvo la Iglesia Católica en la relación entre los creyentes y Dios? ¿Cuál era su autoridad suprema?
- Enumera y explica con qué otras medidas se complementa lo anterior.
- ¿Cuál fue la función del índice de libros prohibidos?
<<El tercer cambio que la Reforma provocó en la Iglesia católica fue una reconsideración minuciosa de una serie de doctrinas católicas básicas; […] Pero las tres sesiones del concilio de Trento frustraron tales esperanzas al reforzar la autoridad papal, y al reafirmar y definir claramente la doctrina católica de la salvación tanto por la fe como por las obras (en contra de la insistencia de los protestantes en la salvación solamente a través de la fe); de los siete sacramentos (bautismo, confirmación, penitencia, eucaristía, matrimonio, órdenes sagradas y extremaunción); de la transubstanciación (la conversión real del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía); de la negación del cáliz a los laicos en la eucaristía. Se confirmó asimismo la posición de la Iglesia católica como la única mediadora de Dios en el mundo, y dentro de la Iglesia, la autoridad del papa siguió siendo suprema.>>
>>Tales definiciones se complementaron con resoluciones sobre la mejora en la educación del clero y sobre la obligación de los obispos de residir en sus diócesis, así como con otras reformas administrativas y morales. En una fecha tan temprana como 1542, la inquisición papal, […] se reorganizó y se introdujo en muchos lugares de Europa donde prácticamente había desaparecido. […] En 1574, el papado editó el primer Índice de libros prohibidos. A partir de entonces, ningún buen católico podía leer, a no ser que tuviera dispensa especial, las obras de Maquiavelo, Lutero y los demás reformadores, ni cualquier obra que se considerara perjudicial para la salvación>>
KOENIGSBERGER, H.G., Historia de Europa. El mundo moderno, 1500-1789, Barcelona, Crítica, 1991, pp. 63 y 64.